Son dos almas perdidas, a la deriva, que se encuentran, chocan, colapsan, se compenetran tanto con la otra que son casi una sola persona. Sienten, piensan, respiran lo mismo, viven una misma vida paralela, separada por el abismo que representa una vida, y, tal vez, algunos años. Había hábitos imposibles de dejar para una persona regular, que de la noche a la mañana eran abandonados. Sentimientos confusos se arremolinaban dentro de ellos, envolviéndolos, devorándolos, y no sabían cómo corresponderles. Se miraban a los ojos y parecían entenderlo todo, pero cuando llegaban a sus habitaciones y se sentaban a pensar en todo lo que habian pasado, se sentían vacios. Y no había otra solución, que mirarse a los ojos una vez más, y con una simple mirada decirse que todo iba a estar bien.

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